Desde que se registró la primera aparición del virus COVID-19 en diciembre de 2019 en China, se han reportado diversos síntomas relacionados con la enfermedad. Aunque en principio se esperaba que los síntomas fueran únicamente respiratorios, con el tiempo se ha descubierto que esta enfermedad puede tener manifestaciones en otros sistemas y órganos del cuerpo humano. En particular, los casos de afectación neurológica se han presentado con cierta frecuencia en algunas poblaciones.
COVID-19 es una enfermedad infecciosa causada por el virus SARS-CoV-2. Los síntomas más comunes de esta enfermedad incluyen fiebre, fatiga, tos seca, pérdida del sentido del gusto o del olfato y dificultad para respirar. Los casos graves pueden causar neumonía, síndrome respiratorio agudo severo, fallo de múltiples órganos e incluso la muerte.
Aunque el COVID-19 es una enfermedad respiratoria, se ha observado que algunos pacientes experimentan afectación neurológica. Desde trastornos cognitivos hasta convulsiones, pasando por lesiones cerebrales, muchos pacientes han experimentado síntomas neurológicos. Uno de los síntomas neurológicos más comunes es la anosmia (pérdida del sentido del olfato), que se ha observado en alrededor del 40% de los pacientes con COVID-19. En algunos casos, la anosmia aparece antes que otros síntomas y puede ser el único síntoma presente.
Otro síntoma neurológico que se ha reportado con cierta frecuencia en pacientes COVID-19 se conoce como disgeusia (alteración del sentido del gusto). La disgeusia puede aparecer antes o después que otros síntomas de COVID-19 y puede presentarse con o sin anosmia.
Además, en algunos casos, el virus puede causar una inflamación en el sistema nervioso central, que puede derivar en un trastorno conocido como encefalomielitis diseminada aguda, que puede ser irreversible en algunos casos. También se han reportado con cierta frecuencia casos de accidente cerebrovascular en personas jóvenes que han dado positivo en la prueba de COVID-19.
Por último, se ha observado una asociación entre COVID-19 y síntomas psiquiátricos, como ansiedad y depresión. Esto puede deberse a los efectos del aislamiento y el temor a la enfermedad, así como a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia.
Aunque aún se desconoce el mecanismo exacto por el cual el COVID-19 afecta el sistema nervioso, se han propuesto varias teorías. En primer lugar, se cree que el virus puede afectar directamente las células nerviosas, ya que el receptor ACE2, que utiliza el virus para ingresar a las células, se encuentra en algunas células nerviosas.
Asimismo, se ha propuesto que el efecto sobre el sistema nervioso podría ser indirecto, ya que el COVID-19 puede causar una cascada inflamatoria en el cuerpo que desencadena una respuesta inmunitaria masiva. Esta inflamación puede afectar las células nerviosas y provocar lesiones cerebrales.
Otra hipótesis es que el sistema nervioso podría verse afectado por los coágulos sanguíneos que se han observado en pacientes con COVID-19. Estos coágulos pueden obstruir los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro y provocar lesiones permanentes.
Aunque aún se requiere más investigación sobre la relación entre COVID-19 y enfermedades neurológicas, se ha observado que el uso de mascarillas, el distanciamiento social y el lavado frecuente de manos pueden reducir el riesgo de infección. Además, es importante buscar atención médica inmediata si se experimenta alguno de los síntomas neurológicos asociados con COVID-19 o si se padece algún trastorno neurológico preexistente.
La relación entre COVID-19 y enfermedades neurológicas sigue siendo objeto de estudio, pero se han observado con cierta frecuencia casos de afectación neurológica en pacientes con la enfermedad. Es importante tomar medidas preventivas para reducir el riesgo de infección y buscar atención médica si se experimenta algún síntoma neurológico.